domingo, 27 de julio de 2008

Las maneras sutiles de ejercer control (Parte I)

Introducción
Si tuviéramos que buscar un sinónimo para las palabras “dirección y dominación”, ¿Qué se nos vendría de inmediato a la mente? Básicamente nos remitiría al concepto de Control. Es que este concepto alude a la acción que tiene una persona, gobierno o nación de dirigir, gobernar, guiar y dominar a un conjunto de personas que se encuentran en un lugar o territorio común.
¿Cómo se ejerce el control? A través de la autoridad y del poder que ostenta una minoría sobre la mayoría. “El poder y la dominación pasan a ser políticos cuando la voluntad se orienta en función de un grupo territorial, con un objetivo que sólo tiene sentido por la existencia del grupo”
[1].
Es así que personas que tienen intereses en común comienzan a nuclearse en partidos políticos con el fin de compartir puntos de vista sobre determinados temas, formas de dirección, etc. Llegado el caso de que sus discursos sean convincentes, y a través del apoyo popular, uno de estos partidos, llega al poder máximo que es el de gobernar un estado o nación.
Pero no solamente el gobierno de un país ejerce control sobre los ciudadanos, sino que existe una inmensa cantidad de factores, tanto a nivel instituciones como mecanismos, que controlan la vida de las personas. Podemos pensar entonces, en el control que ejercen la educación, la religión, la vivienda (ésta través de la hipoteca), el trabajo, los sistemas de seguridad, las cuentas bancarias, y demás.
Y de este modo consiguen conocer más y más de nosotros, sin siquiera darnos cuenta o reflexionar sobre esta situación.
Es impensable para nosotros que nos estén controlando por el simple hecho de estar formándonos como futuros profesionales o por brindar una serie de datos en alguna institución financiera, bancaria, alguna consultora o con la entrega de algún currículum etc. Pero en realidad, ¿sabemos a donde va a parar toda ésa información? ¿Para qué fines es utilizada? Y no, no lo sabemos, y quizás nunca lo sepamos.
Tan sólo detengámonos un segundo y reflexionemos cuando llega a nuestro correo correspondencia que no esperábamos y que contiene datos nuestros, que no recordamos haber dado. O sino por e-mail cuando nos envían la misma correspondencia, y notamos que también saben nuestro nombre, ciudad, gustos, y demás, ofreciéndonos estúpidos servicios.
Y más temible aún, cuando queremos obtener información financiera, económica y de cualquier otra índole de una persona, podemos ingresar a una página de Internet (www.globoinfo.com) y con tan sólo anotar el apellido de la misma nos pueden enviar toda la información que queramos. Obviamente a cambio de una módica suma, algo así como 18$ que de no confirmar al instante, te lo pueden llegar a dejar por 9$.
Obviamente que todas son maneras sutiles, discretas y disimuladas de controlar y dominar a las personas. Nadie ve que nos manipulan, nadie percibe el truco.
Es objetivo de este ensayo dar a conocer algunas de las formas de ejercer control sobre la sociedad. Formas impensables e inconcebibles, pero que están presentes, mucho más cerca de lo que nos podemos imaginar.

De la disciplina al control, pasando por la alienación

Todo lo expuesto anteriormente, fue analizado por distinguidos intelectuales que se preocuparon por las problemáticas que atravesaron las sociedades en distintas épocas. Tal es el caso de Michell Foucault que denominó la sociedad europea de los siglos XVIII y XIX como “sociedades disciplinarias” y ya en aquella época reconoció a quien le sucedería: “las sociedades de control”, la protagonista de nuestro ensayo.
Claro está que para la formación de esta sociedad disciplinar, el autor, se remitió a ciertos procesos históricos que abarcaron lo económico, lo político y lo científico; para establecer los parámetros que originarían a esa sociedad.
Para Foucault la disciplina “es un tipo de poder, una modalidad para ejercerlo, implicando todo un conjunto de instrumentos, técnicas, procedimientos, niveles de aplicación, metas (…)”
El individuo no deja de pasar de un espacio cerrado a otro, cada uno con sus leyes: primero la familia, después la escuela, después el ejército, la fábrica, el hospital y la cárcel como el lugar de encierro por excelencia.
Es así que el hombre a lo largo de su vida puede estar en uno u otro tipo de espacio disciplinar y ser controlado de manera conciente.
Pero estas formas de control estaban delimitadas por espacios físicos, o sea, la persona debía estar dentro de cierto lugar para poder ser monitoreado. Caso contrario, resultaría difícil.
Hoy en día, no necesariamente, debemos estar adentro de un sistema cerrado para poder ser controlados. Es lo que Foucault pronosticó como la sucesora de la disciplina, el control, la vigilancia continua, la sociedad del control.
La típica y rigurosa disciplina, que permaneció por décadas, cedió su lugar al control al aire libre, al control abierto, pero disimulado. Y lo hace a través del surgimiento de las TICs las nuevas tecnologías de la comunicación e información que operan hace ya varias décadas.
Esto se puede observar claramente en la sociedad autoritaria que plantea George Orwell en su novela de ficción “1984”. Aquí se puede apreciar como los ciudadanos de Londres viven constantemente controlados por el presente y vigilante “Gran Hermano”, a través de telepantallas que lo ven y escuchan todo sin descanso alguno.
En esta obra se puede advertir un cierto paralelismo con nuestra sociedad actual y la sociedad de “1984”, en lo que respecta a los conceptos de poder y alienación.
El primer punto de contacto que podemos percibir es el de la vigilancia continua. Los personajes de la novela estaban siendo monitoreados las 24 horas del día, en cualquier lugar, sea su casa, calle o fábrica.
Hoy en día, por más ridículo que parezca, hay que ser conscientes de que quienes detentan el poder nos pueden controlar. Ya que estamos expuestos al entrar a un supermercado, a un cajero, al pasar por las instituciones educativas, en hospitales, bancos, a través de las imágenes satelitales etc.
Resulta difícil burlar al sistema de control por dos cuestiones; una de ellas, el hecho de que con distintas herramientas informáticas, por ejemplo el Google Earth, cualquier persona puede ver hasta el techo de su casa. Siendo esta una imagen tomada en tiempo real y con una cercanía mucho mayor de la que creíamos.
La otra cuestión es que la convivencia con estas tecnologías nos lleva a naturalizar su uso y no preguntarnos, reflexionar ni tomar conciencia de cual es su poder.
¿Qué perdemos con todo esto? Uno de los derechos más apreciados del hombre: la privacidad, intimidad y libertad. Son éstos derechos fundamentales que les estaba negado a los personajes de 1984, y que coinciden con los derechos que estamos perdiendo de a poco nosotros, los ciudadanos de las sociedades del siglo XXI. La diferencia de nuestra sociedad con las sociedades bajo un sistema totalitario, es que la democracia nos permite elegir perder nuestra privacidad.
¿Por qué? Porque somos nosotros quienes subimos nuestros datos por ejemplo a la web, somos nosotros quienes adquirimos artefactos tecnológicos y hacemos uso y apropiación de los medios permitiéndoles ser parte de nuestra vida.
Las grandes hegemonías que dominan al mundo, imponen a los denominados países del tercer mundo, sus agendas. Nos dicen qué hacer, qué investigar, sobre qué preocuparnos, hasta el punto de decirnos qué necesitamos. Conocen nuestros gustos y debilidades, esto nos hace manejables, y caemos presos en sus garras, sin poder resistirnos y sin siquiera darnos cuenta.
Mediante un sistema de manipulación muy sutil, nos hacen creer que el modelo ideal de vida es el de ellos. A punto tal de que nos movemos y trabajamos para llegar a asemejarnos a ellos. Vivimos en la ilusión alcanzar su mismo nivel de desarrollo.
Y nos creemos esto, porque como dicen, una mentira repetida 100 veces termina siendo verdad. Y el hombre necesita creer en algo, es ésta su gran debilidad.
Vivimos una realidad ficticia, que nos impone el sistema sin mirar nuestra verdadera realidad.

Respecto a la alienación, en “1984” a través de una historia embrollada, con temas como el
lavado de cerebro, el lenguaje, la psicología y la educación totalitaria de la juventud, hacen creer a la sociedad lo que el sistema considera adecuado. Y lo hacen a través de su “neolengua”, que contiene palabras que significan lo contrario de lo que parecen indicar (por ejemplo los tres lemas del partido decían: La guerra es Paz, la Libertad es esclavitud, la ignorancia es verdad) y con el cual aspiraba a evitar que los hombres pensaran por sí mismos y toda desviación respecto del pensamiento colectivo del partido, “que siempre dice la verdad”.
Esta situación la podemos relacionar con lo que sucede en nuestra sociedad donde el poder intenta imponernos de manera disimulada lo que a ellos les conviene. Y nos creemos libres por ser quienes “elegimos”, sin tener en cuenta que son ellos quienes determinan cuáles son las opciones; y eso no es libertad.
Una de las herramientas más utilizadas para estos fines son los medios de comunicación. Y sucede que terminamos creyendo y pensando en base al modo en que éstos tratan los temas. No existe pluralidad de voces, de medios. Sólo unos pocos, que operan de acuerdo a lo que les impone la línea editorial.
El poder utiliza el control, a través de los medios de comunicación, para llegar a su último fin que es el de alienar a la sociedad, es decir, privarla del uso de la razón y la crítica. Claro está que lo realiza de una manera muy sutil y bajo el manto de la democracia contemporánea, entonces estas formas no son fácilmente percibidas por la sociedad.
Operan con el sistema de “pan y circo”, y esconden tras una cortina de humo (humor, escándalos de la farándula, diversión, entretenimiento, etc.) los asuntos relevantes y la realidad social.
Y esto sucede porque el modelo neoliberal que impera hace tiempo en América Latina, trajo consecuencias y cambios sustanciales en nuestras sociedades. Ya que las distintas concepciones que lo sostienen están hechas en base a la sociedades industrializadas y se imponen en las nuestras sin ser criticadas. Su argumento del desarrollo como única vía de progreso posible, determina hasta los temas que se deben investigar en América Latina, pasando por la pobreza, la polarización de las sociedades, etc.
Este modelo se impuso después de la Segunda Guerra Mundial como el único, el mejor e indiscutible, sin tener en cuenta si era realmente lo que nuestras sociedades necesitaban.
He aquí un paralelismo con el relato de la novela de George Orwell, donde los personajes vivían con las supuestas verdades y realidades que imponía el sistema de INGSOC a través del Gran Hermano.

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