domingo, 27 de julio de 2008

Las maneras sutiles de ejercer control (Parte II)

Yo te doy mi libertad pero vos a cambio seguridad

Con el slogan de la sociedad de la información, nos vendieron algo, que no se cumplió ni cumple, y que tiende a desaparecer. Creemos que por tener todo a nuestro alcance, más tecnología, mayores servicios, mayor conectividad con todo el mundo, sabremos la verdad, tendremos acceso a todo. Pero en realidad perdimos todo lo que creímos haber logrado, vendimos nuestra libertad por la seguridad, por el control. Creemos que el poder mantiene nuestra seguridad.
Es como lo plantea Vicente Verdú que (1) “(…) la intromisión es cada vez mejor aceptada porque el terror ha convertido a la seguridad en un valor ciudadano superior a la libertad individual”.
El hombre entrega su libertad a cambio de seguridad. Y es lamentable, que el hombre este entregando lo que tanto tiempo le costó conquistar, su derecho a la libertad.
Es cómico ver cómo las personas antes se negaban a ser filmadas, a ser encuestadas, o ser interceptadas por un periodista para una simple entrevista y ver cómo hoy en día, esas mismas personas, entregan sin tapujo alguno su privacidad e intimidad a cambio de la tan apreciada seguridad.
Cada vez son más y más los servicios tercerizados que se contratan para cuidar a los hijos, la casa, los bienes, etc. Cámaras por doquier, micrófonos puestos en lugares inhóspitos, todo para combatir el flagelo de la inseguridad. Creemos que así estaremos a salvo.
Pensamos que los ataques, los robos, la delincuencia, los secuestros, suceden únicamente en las grandes ciudades, pero cada vez, la inseguridad se expande hasta llegar a los pueblos más perqueños del país. No estamos seguros en ningún sitio, somos presas débiles de la inseguridad, y le estamos adjudicando un valor, como dice Verdú, superior a la libertad individual.
Y es ante esta situación límite, que nos entregamos de lleno a la mirada y vigilancia del Gran Hermano. Que no es uno, sino muchos, son avariciosos, realizan su labor con dedicación y esmero, para que sintamos que fue la mejor decisión que pudimos haber tomado.
Nos engañan, nos engañamos.


El marketing un instrumento más

Comprar, usar, tener. Es el lema de las sociedades actuales, todo es imagen, nos cautivan y bombardean con mensajes publicitarios, con propagandas. Nos seducen a través de la imagen para que compremos sus productos o servicios, están en todas partes: en la televisión, la radio, el cine, Internet, en las calles, en los colectivos, revistas, diarios, etc etc….
En esta situación, el capitalismo dejo de ser un capitalismo para la producción y pasó a ser un capitalismo para el producto, es decir para la venta y para el mercado.
Todo pasa por el mercado, por ejemplo, ya desde la década de los 80 comenzó a considerar a cuestiones tales como la educación, la salud, la seguridad social, la justicia no ya como derechos ciudadanos, sino como bienes y servicios. Al convertirse esto como cualquier otro producto, deben ser adquiridas en el mercado por quienes puedan hacerlo.
Si seguimos con la lógica mercantil, podemos ver que la palabra ciudadano, comenzó a ser reemplazada por términos que se ajustan más como “cliente o consumidor”. También desapareció la palabra nación, ahora prefieren llamar “mercados” o peor aún “mercados emergentes”. Así también con la noción de ideología, que fue desterrada por “opinión pública” o peor “marketing político”.
Son palabras que se pusieron de moda con el auge del modelo neoliberal, que tiende a trasladar lo económico a todos los ámbitos de la sociedad.
Aquí podemos observar claramente como el marketing es la nueva herramienta del control social. El marketing que antiguamente era utilizado para diferenciar productos y hacerlos más atractivos, ahora es usado para crear nuevas necesidades y términos.
Como afirma Deleuze “el hombre ya no es el hombre encerrado, sino el hombre endeudado”. El hombre se pasa toda la vida trabajando para comprar los últimos productos anunciados, que quizás no necesita, pero anhela. Se endeuda, se hipoteca a cuarenta años, con tal de tener su casa, de tener la última tecnología; y lo único que hace es someterse y depender aún más de ellos. Perdemos nuestra libertad, nuestro libre albedrío.
El tener y querer cada vez más, fomenta a la envidia, a la desigualdad social, a la salud psicológica, y a otros tantos aspectos más.
Tener más y más, es necesario para que la vida avance en pos del progreso, eso es lo que nos hacen creer, pero en verdad es necesario para que el control aumente.

BIBLIOGRAFÍA

FOUCAULT, MICHELLE
DELEUZE, GILLES “Posdatas a las sociedad de control”
VERDÚ, VICENTE “ La sociedad transparente

[1] VICENTE VERDÚ: “La sociedad transparente”

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