jueves, 5 de febrero de 2009

Historias de la calle "Rioja" de Posadas

En esta ocasión voy a subir un trabajo que hice en conjunto con mi compañero Marcos Magaz para la cátedra de Prácticas Discursiva II sobre la calles de la ciudad de Posadas. A nosotros nos asignaron la calle "La Rioja"; fuimos relatando todas las vivencias, desde su historia oficial hasta la historia contada por los propios vecinos, sus anécdotas, sus mitos y leyendas.
Un relato que merece la pena ser leído para ir descubriendo a través de las calles las transformaciones que vivió y vive la ciudad de Posadas. Un relato recreado gracias a los testimonios de los vecinos que accedieron a ser entrevistados. A continuación la primer parte del relato.

Calle Rioja vista desde un edificio

La Rioja: sus usos y apropiaciones

La calle La Rioja es la número 42 de la ciudad y su nombre fue puesto “en homenaje a la fraterna provincia argentina[1], su ubicación corresponde a la manzana 159/160 de Oeste a Este. Hasta aquí, se trata de la definición oficial de nuestra calle, pero también tiene una historia que, contada por los vecinos, nos permite conocerla desde una mirada basada en las vivencias. Por empezar, hasta hace alrededor de cuarenta años el asfalto llegaba hasta Rivadavia y después el camino era de pedregullo hasta la costa del río. En esa parte de La Rioja, eran tales los zanjones que separaban las veredas de la calle, que los vecinos colocaban tablones a modo de puente para poder pasar; claro que de todas maneras las zanjas solían ser visitadas por la “gurisada” del barrio que, jugando alegremente, cada dos por tres caían allí y salían totalmente sucios, para descontento de sus madres.
A lo largo de su historia, La Rioja fue reapropiada por la gente, que le dio diferentes usos tanto festivos como políticos. En principio, entre las décadas del ‘60 y el ’70 solían hacerse los desfiles del 25 de mayo y el 9 de julio organizados por el colegio Roque González (en ese entonces exclusivo para varones) y contaban con la presencia de las fuerzas armadas; el recorrido se iniciaba en la esquina de Entre Ríos y Colón, luego pasaban por La Rioja en contramano y seguían por Félix de Azara hasta la plaza 9 de Julio, donde se finalizaba con el acto central. Luego, hace apenas algunos años atrás la llegada al barrio de la fiscal Picasso hizo que con ella se instalara una forma de festejar la Navidad en comunidad que también se realizaba en otras calles del centro: se cerraba la calle entre 25 de Mayo y General Paz, se ponían mesas, un arbolito con luces y los vecinos festejaban todos juntos a la luz de la gran cantidad de cohetes que la propia fiscal traía de Brasil. Sin embargo, duró cinco o seis años nada más porque Picasso se mudó. Por último, otro de los momentos de corte de la calle que más recuerdan y repiten los vecinos con cierto dejo de desagrado fueron los piquetes de los relocalizados por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) que comenzaron ya en 1977 con los palanqueros, los pajeros y los pescadores. Situación que se repitió en 1998 y por dos años y también en algunos momentos de 2007.
¿Cómo ven los vecinos el paso del tiempo sobre La Rioja? ¿Crece la calle? A partir de lo que se puede percibir en los diarios, la televisión, la radio, etc. Posadas pareciera ser una ciudad que está desarrollándose en cuanto a su infraestructura. Sin ir más lejos, en estos momentos la plaza 9 de Julio está siendo remodelada completamente mientras que la calle Junín ha vivido dos años de constante reconstrucción. “Estamos trabajando, estamos creciendo” rezan los carteles de la Municipalidad en cada obra que se instala en la ciudad. ¿Cómo llega esto a La Rioja? Todos nuestros entrevistados coinciden con ese discurso del desarrollo y el crecimiento, dándole la bienvenida a las reformas. Pero, dejan un espacio para la memoria y señalan con cierta nostalgia que cada vez hay menos casas de familias en el barrio y más locales comerciales, oficinas, etc. Sumándose a esto que ya son pocos los vecinos históricos que van quedando en el lugar. Esta nostalgia se debe a una identidad de la calle que se construyó a partir de la interacción entre las familias y los habitantes de antaño que aún están allí, que le fueron dando la forma de barrio. Un barrio caracterizado por ser “un barrio tranquilo (…) De buenos vecinos, hay cordialidad, hay respeto, hay convivencia, que es lo fundamental como en todo barrio.”
[2] Descripción ésta que es compartida por el resto de los entrevistados que coinciden en señalar al barrio como un lugar “familiero”.

[1] Nomenclatura por orden alfabético y con referencias históricas y analíticas. Municipalidad de Posadas, 1967
[2] Fragmento de la entrevista al vecino Pedro Enrique.

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