sábado, 20 de septiembre de 2008

Diversión de otros tiempos: La vuelta al perro

En este trabajo de investigación, "la vuelta al perro" era una práctica social que tuvo lugar en las décadas del 60 y 70 en la plaza 9 de Julio de la ciudad de Posadas. Los entrevistados se refierieron a ella como si la hubiesen vivido ayer, se acordaban cada uno de los detalles, y en los rostros de cada uno se avistaba una sonrisa nostálgica, como queriendo que vuelvan aquellas épocas, que ahora sólo viven en sus memorias.


“Se inició por esa época el hábito de que las niñas dieran la vuelta al perro en un sentido y los varones lo hicieran en el opuesto, para encontrarse siempre, estudiarse y mirarse lánguidamente en una muda y platónica contemplación que podía y solía concluir en el altar.” Balbino Brañas
[1]


Era sabido que los domingos era día de misa. Todos debían estar presentes, incluso hasta el más dormilón y haragán.
Silvia contó que la misa finalizaba a las 11:00 horas y que luego se realizaba la vuelta alrededor de la plaza 9 de julio, más conocida como “la vuelta al perro” ¿En qué consistía esta práctica? Pues bien, según el profesor Marcelino García: “Era un paseo que propiciaba relaciones sociales diversas. En él se respetaban algunas normas de marcada formalidad: hombres y mujeres paseaban en direcciones contrarias, correspondiéndoles a las damas el lado externo a la plaza. La moda revestía fundamental importancia: formal, elegante, de “buen tono”, rigurosa actualidad en telas, modos y accesorios.”.
[2]
Así recordó Silvia aquellos años gloriosos de juventud hermosa en los cuales luego de misa se deleitaba con esa vuelta tan particular dijo al respecto: “Por un lado iban las mujeres y por el otro los hombres, vos aceptabas al chico que te invitaba a dar vueltas con vos por el mismo lado. La palabra era “te puedo acompañar” con todo el respeto. Era hermoso, era algo sentimental, era sumamente romántico”.

De la misma manera Pin recordó
“Las mujeres iban hacia el centro de la plaza y los hombres hacia la calle. Y cuando nos cruzábamos le decíamos piropos”
Imagínese lector lo linda que era esta práctica. Se puede decir que se constituía como una especie de ritual, tomando como concepto del mismo el que propone Ariel Gravano: “Un ritual es todo aquello que conlleva un sentido de recurrencia (…)”
[3] .
En este ritual, el de la vuelta al perro, entraban en juego un sinfín de códigos simbólicos que, de una u otra manera, estaban comunicando o denotando el interés por el sexo opuesto, tales como la vestimenta, los modos de actuar, los gestos, la sonrisa y las miradas. Todos estos códigos daban la pauta de correspondencia entre unos y otros. Y si un hombre veía que era correspondido por una señorita, la invitaba a dar vueltas y si ésta aceptaba, juntos iban hacia una misma dirección.
Así como daban vueltas señoritas y señoritos radiantes de alegría y felicidad, también lo hacían las familias. Pero éstas lo hacían de otra manera por ejemplo miraban vidrieras, de repente se sentaban un rato, luego seguían. Siempre en torno a la plaza.
José Valerín contó que los días sábados y domingos la plaza se llenaba de gente de todas las edades, dijo al respecto:
Iban a dar una vuelta a la plaza, ¿a mirar qué? A mirar las vidrieras, a saludar gente, a ver esto, a que me vean, ver aquello y a sacar el cuero, hacían eso”

Esta práctica no difiere tanto de la que realizan las personas hoy en día. Con la diferencia que el espacio para pasear y circular se amplió. No es más únicamente alrededor de la plaza, sino que ahora lo hacen cerca del shopping, en la costanera de la ciudad y de casi todo el microcentro posadeño. Sumado a esto, que hoy por hoy, no se llama más “hacer la vuelta al perro”. Pero en algo coinciden, que tanto la vuelta al perro como las salidas que se hacen hoy, son lugares comunes, generalizados, en los que las personas se muestran, miran, comen, “sacan el cuero”, corren, pasean etc. Esto también se constituye como un ritual, porque es realizado de manera recurrente y porque está instalado en nuestra sociedad, en palabras de Armando Silva “es la situación de ritualidad que implica el salir a que me vean y ver a los que me ven, coincidente con el concepto de vitrina urbana”
El concepto de vitrina urbana es, el que sin saber la existencia del mismo, hizo referencia el entrevistado José Valerín, el salir a que me vean y ver.
Las personas en aquella época debían romper el cristal de ésta vitrina simbólica e invisible, dejando de lado las diferencias, el orgullo, o quizás otros factores que, de no ser de ésa manera (rompiéndolo), sería imposible establecer algún tipo de vínculo entre las personas. ¿En qué consistía este quiebre? Pues bien, todo lo que tenía que ver con las correspondencias entre unos y otros. En el caso de una señorita, si veía que un varón la miraba mucho o le hacía algún gesto y si a ella le gustaba ella le correspondía con algún tipo de mirada o alguna sonrisa pícara, pero inocente. Porque recordemos que en aquella época era todo muy formal y de marcado respeto. Silvia se refirió: Las chicas se cuidaban más antes. Si les gustaba algún chico se tragaban, esperaban que él diera el primer paso, nunca ellas. Y si el tipo no era serio ni decente no pasaba nada. Los chicos eran caballeros, te pasaban a buscar y luego te llevaban. Te abrían la puerta del auto, era todo muy romántico, era hermoso, uno se sentía como una reina.”
Aquí podemos ver como era el hombre quien rompía ésa vitrina simbólica que lo separaba de la mujer, era él quien daba el primer paso para poder entablar algún tipo de relación con la señorita. Claro que el hombre la rompía si veía que del otro lado también existían ánimos de romperla.
En fin es un concepto que no hace falta que las personas conozcan su teoría, pues ellos lo llevan a la práctica. Porque es labor de un comunicador dar cuenta del trasfondo, de lo que hay más allá del simple ritual. Encontrar el sentido a ésa práctica.

Agradezco a la señora Silvia Linares, al señor Pin Murciego y al señor José Valerín por abrirse y contar sus experiencias en la Posadas de antaño, la de las décadas del 60 y 70. La que difiere enormente a la de hoy en día, donde las historias y la diversión eran otras, esa Posadas que no existe más pero que vive en el recuerdo de cada uno de los que fueron sus protagonistas.

[1] BRAÑAS, Balbino: “Ayer, mi tierra en el Recuerdo”.
[2] GARCÍA, Marcelino: “Vida Urbana y Massmediación”
[3] GRAVANO, Ariel: “Antropología de lo barrial” Pràcticas y ritualidades barriales. Bs As. Pp. 24-247.

No hay comentarios: